Tras años de fechorías, el malvado Dr. Eggman ha decidido redimirse con Sonic y sus amigos construyendo un colosal parque de atracciones en el espacio. Los grandes genios siempre piensan a lo grande y, bueno, digamos que el archienemigo de nuestro héroe tiene mucho por lo que pedir perdón.
De hecho, la enorme estación interestelar está repleta de atracciones, loopings imposibles, luces de mil colores y mares de exquisitos dulces. Una cosa así no pasa desapercibida, y tanto Sonic como su fiel amigo Tails deciden adelantarse a la gala de inauguración. La paciencia nunca ha sido una cualidad de nuestro erizo favorito.
Ahora bien, ¿cómo hace Eggmanpara pagar la luz de ese colosal paraíso de neón y engranajes? Esa es la parte no tan buena de la historia: el parque funciona gracias a la energía que emanan unos pequeños extraterrestres llamados wisps, los cuales -como se intuye- trabajan esclavizados y en cautiverio. Sonic no se quedará de brazos cruzados, sobre todo cuando ya tiene la excusa perfecta para perderse dando vueltas por el parque interestelar.
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